Primark: Fast Fashion – Fast Shopping, consumo rápido. Justo porque sus precios no te hacen ni dudar ni pestañear, fue mi opción hace un par de semanas. Es el típico sitio donde ir el día que estás de bajón emocional.
Por un coste relativamente bajo consigues un subidón de autoestima muy alto: porque tener algo que estrenar al día siguiente es algo que nos motiva a la gran mayoría de mujeres. Vamos, que te permite pasar una tarde de shopping memorable y que tu monedero no se resienta. Y allí estábamos Laura y yo dispuestas a darlo todo. #subidónsubidón
No obstante, el tema requiere de cierta preparación mental, porque comprar en Primark es, como diría Julio Iglesias Jr., “casi una experiencia religiosa”, para la que requieres de paciencia y mucha fe para creer que entre aquel amasijo de montones de ropa revuelta vas a encontrar la ganga del millón. #pacienciayfe
Fase 1:
Lo primero que haces cuando llegas a Primark es hacerte con tu cesta. Bueno, llamarla cesta es ser muy generoso, en realidad es una saca que se estira hasta el infinito llegando a alcanzar dimensiones increíbles y un peso capaz de partir el antebrazo más preparado. Pero tú ya estás allí y no te para nadie.
#estoesunasacaylodemástonterias #aquicabetodoymás #semeparteelbrazo¿yque?

Fase 2:
Empieza tu tournée por la tienda, comienzas a revisar pieza a pieza, montón a montón y te das cuenta que de pronto estás afectada por el síndrome me-gusta-todo.







Aquello es un mercadillo enorme en el que lo único que falta es la señora chillando a grito pelao “A euro, a euro”. Y claro: ¿Por 2 € una camisetita monísima? A la saca. ¿Un top increíble de gasa a 9€? ¿En dos colores? ¡Me lo llevo! ¿Los tejanos a 10 euritos? Me llevo quince.

Intentas mantener una posición digna a lo Lomana-style pero vas llenando la saca sin conocimiento mientras tu compañera de turno te anima en modo broker: compra, compra, compra.
#atreseuritosmelollevofijo
Fase 3:
Cuando notas que en tu saca ya no cabe ni un anillo, te diriges a los probadores esforzándote por esquivar con la mirada las velas, cojines en forma de corazón y otras chuminadas varias que adornan los laterales de tu trayectoria. La cola es tan inconmensurablemente grande y caótica que eres consciente que podrías hacerte un tatuaje de Bob esponja y todos sus amigos antes de que te toque. Y entonces: Oh My God! El letrero que pone: “Máximo 8 prendas”. Miras desolada tu saca. Llevas 8 prendas… ¡y 800 también!
Miras a la señora de los probadores y te viene a la cabeza sobornarla con 20 € para que te deje entrarlo todo, pero te das cuenta que posiblemente el contenido de tu cesta vale 25€: eso no es negocio. Así que pones tu cara más digna y cuando ella te pregunta “¿Cuántas llevas?”, dices sin titubear: “Ocho” y siseas (- cientas). No cuela. Obvio.
#malditarestriccióndeprobadores #yoquieroentrarlotodo #sobornarnoesunaalternativa

Fase 4:
No te lo puedes ni creer, ¡por fin estás en el probador! Ese habitáculo pequeño y atestado de perchas que dejaron atrás las anteriores visitantes. Y empiezas a probarte piezas, una tras otra con una prisa como si tuvieras claustrofobia. #elprobadorytu

Los pantalones tienen una pernera torcida, la camisa tiene mal las costuras y las camisetas tienen una sisa excesiva. Los tejanos a pesar de ser todos la misma talla, son todos de su padre y de su madre, tienes que coger 4 del mismo modelo porque cada uno te queda diferente. ¡Y qué! Tienes 8 (y 8, y 8 y 8…) prendas más esperándote fuera en “la saca” y vas a dar tantos viajes como sean necesarios, porque esa tarde eres una mujer con una misión: Vas a comprar en Primark. #deochoenochoytiroporquemetoca

Fase 5:
Sales airosa y vencedora de los probadores con las gangas de turno y devuelves las 23 prendas descartadas a la misma señora a la que le has dicho que entrabas con 8. Surrealismos que se dan en Primark. Y vislumbras un pack de calcetines de colores y… ¡los quieres! Los coges. La señora te dice: “Disculpe, estos calcetines son de un cliente”. ¿Y qué? Los quieres. Así que vuelves a rastrear toda la tienda en busca de unos calcetines que, claramente, no necesitas. #nosinmiscalcetines #pormiscalcetinesmato
#WTFisthat?

Fase 6:
El descarte. Ésta es la fase más dura. Vale que es todo muy barato pero… ¡de verdad no necesitas comprar 20 prendas en la misma tarde! Sobre todo considerando que aún no has pasado por la zona de biquinis, bisutería y complementos, que tiene más peligro que Bárcenas con un sobre. Buscas un hueco amable, posiblemente en el suelo y sacas una a una las prendas de tu saca y haces un ejercicio de “realidad de tu vida” y seleccionas aquello que SÍ te vas a comprar porque SÍ te vas a poner. No tienes ni armario ni presupuesto para tantas cosas y lo sabes…
#descartenecesario #larealidadseimpone #piensaenlasmedidasdetuarmario

Fase 7:
Objetivo: La caja. Parece fácil pero no lo es. De camino hacía la registradora te encuentras con la zona de shorts. Te los miras. Eso no son shorts, son bragas tejanas con pinta de “ancharse” el día dos de su puesta y en el que veo que vamos a caber mi hermana y yo a la vez. Pero dudas, los coges y te cercioras de que ese short tiene los días contados.
#alcanzarlacajasinmorirenelintento #salirsinmáscosasesposible

Finalmente respiras hondo y con un golpe de melena tiras hacía la caja. ¡Basta! Afectada por el síndrome me-llevo-hasta-las-columnas haces lo imposible para pasar impertérrita por los bols de libretitas, gomas para el pelo y también las perchas de todas clases y colores. Tú puedes.

Fase 8:
Frente a frente con la cajera. Va a suceder. Vas a pagar y vas a marcharte. Y de pronto ves a tu lado una caja de toallitas desmaquillantes. Y claro… ¡las necesitas! Para llevar en el bolso, en el coche o dejar en la oficina, para usar en esta vida o en la próxima. Pero a 1,5€ te las llevas FIJO.

Coges un paquete pero van dos e intentas separarlos. La cajera te mira y te dice “van juntos los dos” y notas por su mirada que en realidad está pensando “¿Qué haces lerda?” Y tú le preguntas: “¿1,50€ los dos?” «Si», responde ella.
Por ese precio seguro que te descaman la epidermis hasta que se te caiga a trozos, pero te llevas 4 paquetes. Pones el PIN de tu tarjeta, despaciiiito, como si te estuvieras dejando algo. La máquina pita. Bufff. Salvada.
#comprasfrentealacaja #ataquedeshoppingfinal

#poseLomanastyledignisima
Y subes a tu coche con dos bolsas grandes como capazos y 60 € menos y con la satisfacción placentera que deja el low cost en el cuerpo y las posibilidades de estrenar algo cada día de la próxima semana.
¿Por qué negarlo? ¿Acaso no nos gusta el Fast Food? Pues el Fast Fashion también: Un menú baratito y fugaz digno de los días que vivimos.
Aprovecho para dejaros este look con algunas compras de ese día.
Jeans:10€ / Top gasa: 9 €
Subidón de autoestima: Incalculable




Y hoy tenéis nuevo post en mi otro blog: Yonosoygente
«GOOD MORNING VIETNAM»
