¿Porque quienes sino ellos nos llaman a voces desde el escaparate? ¿Quiénes hacen que retrocedamos nuestros pasos y nos detengamos a mirar embelesados un conjunto de prendas?
Pequeños seres de gran importancia. Son ellos. Los artífices de que nos quedemos embobados pegados a un vidrio mirando una prenda y nos imaginemos cómo nos sentaría si fuésemos nosotros quienes la lleváramos puesta.
Por eso me gustan los escaparates que dicen cosas, que me inspiran historias, que sugieren movimiento y acción. Por eso me gusta cómo José Tomas toma como hilo conductor la moda para mostrar escaparates que se acercan más a la escultura que a simples maniquís expuestos.
Escaparates que son una composición.
Esos en que los maniquís parece que están vivos y corren a tu encuentro. Esas piernas que corren y te dicen: ¡no te detengas! ¡hay prendas para tus carreras urbanas!
Esas miradas traviesas que te guiñan un ojo escondidas bajo un sombrero mientras esos bigotes murmuran: ¡Quédate conmigo! ¡Lúceme!
¡Soy lo que estabas buscando!
Porque hoy en día, a veces hay que correr muy rápido y otras veces hay que parar y ponerse el sombrero de pensar.
En ocasiones la mente está quieta pero el cuerpo pide vuelo.
Porque hay ocasiones en que se presta ser un señor con todo el bigote y sin embargo dejar salir al jovenzuelo con ansias de carrera.
Porque todos somos pensamiento y acción. A ratos cerebrales, a ratos impulsivos…
Pura contradicción, sin embargo, perfectos.
José Tomas sólo me queda decirte y reivindicar:
¡QUEREMOS ESCAPARATES FEMENINOS!